Es un restaurante aceptable para ir a comer. Las ensaladas muy simples, se notaba que estaban sacadas de la bolsa directa al plato, nada a destacar. Las pizzas estaban buenas, masa fina y crujiente. El vino blanco de la casa, imposible beberlo. Respecto al servicio, bastante justo, se notaba que el camarero iba muy perdido.
Sensacional descubrimiento en Tarragona!!! Unas pizzas buenísimas hechas en un horno de leña con una masa super crujiente y finita. Una gran variedad de pasta seca y fresca con otro tanto de salsas. Sin duda volveremos.